Qué bonito encontrar en las letras refugio, cobijo y comprensión.
Gracias a ellas he podido comprender, aprender y plasmar en un papel sentimientos que a día de hoy ni siquiera conocía. Gracias a ellas he podido darme cuenta de que todo pasa por algo y que a veces hay situaciones que nos llevan a hacer cosas incomprensibles sólo razonables para el protagonista. Hay veces en que no necesitamos hablar porque no nos atrevemos a romper el silencio cuando éste ya habla por sí solo, es bonito saber que escribiendo transmites tus opiniones y creencias sin alzar mucho la voz, haciéndonos participes de sentimientos muy dispares.
Hoy, y a pesar de haber pecado de ingenua, puedo admitir que quien algo quiere algo le cuesta y que es rara la excepción, a pesar de que sea ésta la que confirme la regla. He aprendido que a veces pedimos unos derechos que no respetamos y rezamos sin contribuir al cambio que queremos ver en el mundo. He aprendido que tachamos a otros de racistas cuando miramos con lupa a quien no es de nuestra misma raza.
Una vez más, gracias papel, por dejar que haga de ti mi mejor aliado para gritar en silencio.
María Penella Salas
Gente que sigue mi sonrisa...
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