Cada vida, cada instante.

Una lágrima, otra lección,en esto consiste el juego, en empezar de cero mil veces contando hasta tres antes de empezar pensando que esta vez está todo controlado aunque se te olvide la cabeza en las rodillas y los pies sobre los hombros.
Pensamiento de nostalgia, cortina de humo con recuerdo que piden a gritos la vuelta.
Sonrisa que se asoma entre unos labios que esconden una dentadura con aparatos que tuvo cita con el dentista en septiembre.
Carcajada que se escucha hasta el 5º piso del bloque, un ''¡para, cosquillas no!'' que continúa muriendo de risa y siendo como todo un recuerdo llevado por esa cortina de humo.
Un vaso roto contra la pared tirado por un borracho que no aprecia a su mujer, a la que un día le dijo que regalaría bueno momentos cada día y cada día demuestra que mentía, la recoge los pedazos para tener que volver a agacharse en la moqueta al  día siguiente.
Un inconfundible olor a chimenea encendida en pleno invierno, unos pasos de la talla 36 y un deseo  de llegar a casa después del colegio.
Un logro, un ''por fin'', un alivio, alguien se ha abierto espacio en el mundo, alguien nuevo llegó a la familia, ''¡sorpresa! es niño''.
Un guiño, una ilusión, un abrazo duradero con aroma a querer otro después.
Una mirada al suelo como queriendo buscar un rostro que le consuele, una lágrima que cae y un pensamiento negativo tras otro.
Un paso para que otro le siga después e ir cada vez más rápido hasta ganar la carrera.
Un instante, otro y otro y otro como el que acaba de pasar, y eso es la vida, pequeños instantes detrás de otro.