Es curioso. Es curioso lo profundo que vemos el charco cuando somos nosotros los que estamos ahogándonos y lo fácil que vemos nadar y salir de él cuando somos espectadores de ello.Cuando nos piden ayuda para salir del charco, siempre sabemos qué herramientas usar, cómo y cuando usarlas, pero cuando somos nosotros los que tenemos que usarlas y salir parece que todo eso que antes era nítido ahora se ha vuelto borroso. Es como si el charco nos tapara los ojos y por ello dejamos que el charco se haga cada vez más y más grande y acabemos con el agua al cuello. Es curioso la facilidad que oponemos para que el charco nos venza y la motivación que brindamos a quien pide ayuda para nadar. Solemos verlo todo más facil cuando es otro quien se enfrenta a ello y lo vemos imposible cuando aún nosotros ni hemos empezado a intentarlo; no nos damos cuenta de la cantidad de tiempo que perdemos en plantearnos cuanto nos va a costar y dejamos que eso se convierta en una razón para darnos por vencidos antes de intentarlo. Solemos dejarnos vencer por la mínima gota de agua por miedo a que llueva más y es cuando el charco se hace grande y nosotros los que nos hacemos pequeños. Cuando nos atrancamos en un bache y comienza a llover, nos entra el miedo; miedo a no poder salir. Pensamos que los demás están locos por verlo tan pequeño y los cuerdos somos nosotros por no ver lo profundo que es el charco en el que nos estamos ahogando. Tenemos dos opciones, o nadar o ahogarnos ¡Qué dilema! Y solemos perder el tiempo pensando qué camino coger para que cuando ya lo hayamos decidido haya alguien aproximándose a nosotros para ayudarnos a salir. Pasado un periodo soleado, vuelve a llegar la tormenta, y con ella otro charco, otro dilema y otra persona que viene a rescatarnos; nunca nos enfrentamos realmente a la tormenta, nunca nos proponemos salir ilesos sin ayuda de nadie, siempre esperamos a que se evapore el charco o a que alguien venga a ayudarnos a salir.
Los de siempre, siempre estarán, pero ¿cómo podemos confiar en que alguien vendrá a rescatarnos si no somos capaces de rescatarnos nosotros mismos?. ¿Cómo podemos esperar siempre a un rescatador si no lo somos nosotros de vez en cuando?. Antes de dar lecciones de como rescatar, debemos aprender a rescatarnos y dejar que nos ayuden a hacerlo. Tenemos que haber conocido el agua del charco antes de salir ileso de él. Pero sobre todo, debemos de saber rescatarnos para rescatar, ser el rescatador rescatado.
Mer
OLÉ!!!!!!
ResponderEliminarREALMENTE CIERTO!!!
me encantó!!!! *-*
Un beso! ;)
http://myworldlai.blogspot.com.es/